La Marsellesa - Rodolfo Carlos Napán Arquiñigo
Varias veces he intentado suicidarme.
Le he pedido a una iglesia se lleve mi cuello largo
o le he pedido a mis dioses que abran mi carne
en una boca inmensa para tragarme despacio.
He buscado del silencio su más hondo silencio
para desarrollar el filme en un solo acto
tan lento como un beso judaico
y tan corto como el beso de ayer.
Lo he buscado con mi cabeza en mi mano
con los huesos rajados de tanto andar,
con los pulmones delgados de tanto respirar.
Lo he buscado con mi cruz dorsal,
quieto madero que se apolilla con mis carnes
y apestan con mis huesos... ¡poof...!
Pero hoy lo encontré,
encontré la cola del tiempo para hacerlo,
el pecho del silencio para mamarlo
y dejarlo seco y, entonces, sea mi tiempo,
mi tiempo para ese simple y mortal acto: mi muerte.
Pero cuando estoy dispuesto a descolgarme,
de sacarme los clavos, romper mis sogas
y hacerlo
¡ay, el tiemppppoooo se concentra en mi cuerpo...!
me veo a mí mismo y me doy pena, una pena de madre.
Soy, una pena más pena soy...cuando
me veo pelear con mis manos, con mis pies
y hasta con mi cabeza.
¿Locura? no, rebelión.
Rebelión de las partes que no quieren morir,
de ese ser que tolera la cruz dorsal
y todas las sangres, todos los dados lanzados.
Rebelión, rebelión,
gracias a ti estoy vivo
en mi Bastilla contando mis huesos heridos,
y con los húmeros ya duros
me siento y susurro La Marsellesa de una nueva vida.
Rodolfo Carlos Napán Arquiñigo
(Lima)
(Lima)
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