Un río llamado El Rucio - Julio Goicochea Zamora
UN RÍO LLAMADO EL RUCIO En esos tiempos, Macúl era una aldea rumorosa por las aguas de sus ríos. Después, todo se vivía casi adormilado por los fragantes aromas de los miles de eucaliptos que rodeaban las casas con sus huertas, donde todos sus habitantes —que no pasaban de veinte— se conocían y hacían buenas amistades. Ahí, una mañana, Lucrecia Rosales le dijo a su hijo Arnulfo: —¡Alístate para que vayas al pueblo! Ponte el pantalón negro, ese que reciencito acabo de coser. Lo llevas a doña Trinidad Cerna, y le dices que le mando la mejor leña. La más oreada y lista para meterla al horno. ¡Dile que te pague buen precio!... y con eso, compras fósforo, sal y kerosene para la semana. Y si no quiere pagarte el precio... lo llevas a don Justino Merino. Él también hornea pan y compra leña.